El Real Oviedo sella su ascenso a Primera División

Y el Real Oviedo, 24 años después, celebra el ascenso a la Primera División del fútbol español. El Carlos Tartiere, teñido de azul, vivió una de esas noches que se quedan grabada en la memoria de los aficionados. Para siempre. Porque aunque pueda sonar casi a milagro, es la recompensa a casi un cuarto de siglo de luchas, cicatrices, y sobre todo, un amor inquebrantable por sus colores.

El ascenso llegó tras una épica remontada ante un siempre combativo Mirandés en la final del playoff, con un resultado global de 3-2 que encendió la mecha de la celebración. Fue un partido de emociones desbordadas, con Santi Cazorla como brújula, tanto emocional como futbolística. A sus 40 años, el eterno ’8’ no solo marcó, sino que lideró al equipo hacia el ascenso con la clase de siempre.

Y es que no es solo fútbol. Este ascenso es una redención. Desde aquel descenso en 2001, pasando por el infierno de la Tercera y la angustia administrativa, cada año fue una cuenta atrás hacia el día del ascenso. Los aficionados más jóvenes nunca habían visto al Oviedo en Primera. Otros, como el propio Cazorla, crecieron futbolísticamente soñando con este momento desde la distancia.

El ascenso del Real Oviedo no es el final del camino: es el comienzo de un nuevo capítulo para una ciudad que nunca dejó de creer. El ‘¡Hemos vuelto!’ que gritaban desde el césped es mucho más que una frase. Es una promesa, un desahogo y un grito de guerra para todos aquellos que estuvieron, están y estarán.

Porque el deporte, cuando es tan humano, tan pasional, tan de casa, no tiene divisiones. Sólo esperas. Y el Real Oviedo ya había esperado demasiado para alcanzar la meta de ascender al fútbol de élite español.